Los valores corporativos en casos empresariales como los protagonizados por La Polar, CMPC, Enron, Wells Fargo, entre muchos otros, podrían haber sido de menor escala, o incluso haber sido evitados, si hubiesen contado con valores corporativos estratégicos vividos como guía de la identidad organizacional.

Mucho estudiamos el entorno y las competencias internas de las organizaciones buscando la clave del éxito corporativo. Sin duda esta ruta es fascinante, llena de anécdotas y de personajes icónicos como Steve Jobs, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, entre muchos otros que han sabido sortear desafíos contemporáneos logrando que las corporaciones sobrevivan y crezcan en tiempos de crisis.

Esto suena futurista o incluso improbable dado que, en un pasado cercano, las clases de ética quedaron en la retina como un castigo ejemplar en Chile. Sin embargo, desde el 17 de agosto del año pasado con la entrada en vigencia de la actualización de la ley de delitos económicos chilena -Ley 21.595- las personas naturales, tales como, los dueños de empresa, los directivos, ejecutivos y cualquier cargo de administración que sea tomador de decisión, puede ser sancionado penalmente si cometen dichos delitos. Aunque la actual lista de delitos con estas consecuencias ya es bastante amplia, el 1 de septiembre del presente año, esta normativa será extendida a cientos de delitos empresariales.

Entonces nos hacemos la gran pregunta ¿Necesitamos más regulación o necesitamos más autorregulación basada en valores corporativos? Culturalmente, nos falta mucho por reflexionar sobre la importancia de los valores como guía en la toma de decisiones para minimizar riesgos, pérdida de reputación corporativa, licencia para operar y, multas y castigos penales a personas naturales y jurídicas. Un ejemplo claro de esto es sensible y visible con el valor de la confianza.

La confianza es un capital de largo plazo que se construye en el día a día, fortaleciendo el vínculo con las partes interesadas, cuando se es coherente en ser y parecer, honrando los compromisos y actuando con compasión al ponerse en el lugar de otro. Sin embargo, la confianza tiene una característica muy sensible. Basta un momento de debilidad donde ésta no sea honrada para que se fragmente y se quiebre, como un florero de cristal que cayó al piso.

Podemos recoger y pegar sus pedazos, pero nunca más tendrá la belleza, elegancia y estética que tenía antes de que se haya quebrado.  Esto aplica en los vínculos humanos, que nos pueden unir en un propósito común siempre que exista confianza. Algunos casos corporativos de éxito que destacan son la Cooperativa Colún, el caso Natura, la empresa Danone, entre muchos otros con una firme convicción y coherencia entre lo que dicen y hacen.

Entonces, puede estar ocurriendo una gran crisis, ya sea económica, social o de otra naturaleza, que podría amenazar duramente a la institucionalidad, desafiando las convicciones personales. Es solo en esos momentos donde los principios y valores nos darán el coraje para tomar decisiones correctas.

Priscila Cabrera

MSc Corporate Strategy and Governance.

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