La igualdad de derechos y de oportunidades, para las mujeres chilenas, se ha construido a lo largo de la historia con el trabajo minucioso de aquellas que buscaron abrir espacios.
La crónica reciente nos recuerda que en 1881 ingresa la primera estudiante de medicina de la Universidad de Chile, recién en 1934 se aprueba el voto femenino, en 1944 se titula la primera ingeniera en minas, en 1953 asume la primera senadora de la república.
Son sólo algunas de muchas que marcaron un punto de partida y que marcaron un hito, más que por su condición de mujeres, por derribar con hechos los estereotipos y discriminaciones propias de esas épocas, haciendo uso de sus capacidades y ganándose con sus méritos los logros descritos.
Es indiscutible que en el siglo XXI se ha trabajado para ir creciendo en la integración de género y se han ido instaurando las cuotas como un instrumento, una herramienta real para incorporar a mujeres en cargos destacados.
Las mujeres hemos obtenido importantes logros que nos han permitido demostrar que tenemos la preparación y las capacidades necesarias para participar en todos los ámbitos y tomar voz en la solución de los grandes desafíos. Sin embargo, la reflexión que haré tal vez se pueda leer como poco lógica o contradictoria a mi condición -soy mujer- pero muchas veces el ahínco de la obligatoriedad para mantener a ultranza una “paridad de género” resulta algo forzado o impuesto, ya sea por conveniencias, ideologías o imposiciones.
Lo deseable sería un cambio cultural que reconociera la capacidad de la mujer para asumir todo tipo de funciones y responsabilidades desde el punto de vista meritocrático, en donde la mujer se integre sin forzamiento a las diferentes tareas y trabajos que se desarrollen, dejando a los más capaces e idóneos en los puestos que correspondan y que por sus particularidades así lo exijan, sin importar ni el sexo, ni la raza, ni ninguna otra consideración, que no sea la valía y las particularidades del puesto al que se postule.
El hecho de establecer una “paridad” forzada, lejos de valorar el aporte de las mujeres, puede tener el efecto totalmente contrario, haciendo ver veladamente que las mujeres necesitamos de esa “paridad” y no del mérito, para llegar a puestos de importancia y de alta dirección.
![](https://agendanacional.cl/wp-content/uploads/2024/08/WhatsApp-Image-2024-08-08-at-22.08.40l0.jpg)
Mónica Aguirre Matulič
Premio Nacional “Patricio Ihnen Betteley 2022”
Conductora de «Poder y Liderazgo»