La relación Chile Venezuela de los últimos cincuenta años ha circulado alrededor del tema de los exiliados de los años 70’ en Venezuela, y el flujo migratorio derivado del gobierno de Maduro por la declinación social y económica de Venezuela.

Hasta el gobierno de Hugo Chávez y su coincidencia ideológica con los gobiernos de Chile, las relaciones se mantuvieron en un camino normal; sin embargo, es el gobierno de Nicolás Maduro y su círculo de influencia, los que estropean una convivencia internacional en paz.

 Es un hecho evidente  la incapacidad de Nicolás Maduro para gobernar un estado tan rico como Venezuela, demostrada en los altos niveles de pobreza, una diáspora que supera los siete millones de personas, con un sueldo mínimo en US$3,6, con índices de salud que no cumplen con estándares internacionales mínimos, un desempleo que aumenta la indigencia y un relato agresivo e insolente con el que busca esconder la falta de herramientas reales para gobernar y revertir la situación dramática del pueblo venezolano.

Estos hechos son los que han generado el mayor flujo migratorio dentro de América Latina con consecuencias sociales y económicas importantes en Estados que no tienen gran capacidad para recibir e integrar flujos incontrolados de personas que, sumados a una corriente política que recomienda mantener fronteras abiertas a partir del concepto que es un derecho humano el migrar, se aumenta la crisis social.

Derivado de lo anterior, la comunicación política entre Chile y Venezuela se ha deteriorado. A esta afirmación se puede agregar que el discurso del presidente de Chile ha fustigado la falta de compromiso democrático de Nicolás Maduro, llegando al punto que la cancillería señaló que sus procedimientos eran propios de una dictadura. La violencia verbal de Nicolás Maduro, probablemente generada por su incapacidad técnica y su falta de estatura política, para referirse a Chile y a su gobierno, provoca el escalamiento de una crisis y quizás (y sólo quizás) adoptar la lógica de “Mariel” y liberar delincuentes violentos confundidos con migrantes, para provocar tensión en los sistemas de seguridad de terceros países, particularmente Chile que es el destino de muchos venezolanos con un acceso casi liberado por el paso no autorizado de Colchane. Un contrasentido a la política chilena de asumir como normal el acceso al país por un paso no autorizado.

Luego de las elecciones en Venezuela y la declaración del presidente de Chile de no reconocer el triunfo hasta que este sea verificable, la tensión ha aumentado, Maduro en su desesperación inventó un hackeo desde Macedonia del Norte y el entrenamiento de violentistas en Chile y Perú, a quienes responsabiliza por los desórdenes en Caracas.

Estamos a las puertas de un aumento de la violencia verbal, política y criminal en América Latina, para desviar el foco y defenderse de la exigencia democrática de la mayor parte del mundo orientada a demostrar su triunfo;  algo que hasta ahora no ha hecho y seguramente no podrá hacer.

Jorge Sanz Jofré

Académico Gobierno UDD

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