En América Latina, varios políticos de distintos sectores han sido encarcelados por delitos de corrupción, destacando casos emblemáticos en Brasil, Argentina, Perú y Bolivia.

Estos incidentes reflejan tanto la lucha contra la corrupción en la región como las tensiones políticas inherentes. Uno de los casos más notorios es el de Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil, quien fue encarcelado en 2018 y exonerado en 2021 cuando el Tribunal Supremo de Brasil anuló las condenas, permitiéndole regresar a la política y ganar las elecciones presidenciales de 2022 (Hunter & Power, 2019; The Economist, 2021).

Más allá del ámbito político, desde Imperium constatamos que la encarcelación impone un entorno altamente restrictivo y estresante que puede provocar una serie de trastornos psicológicos. Entre los efectos más comunes se encuentran la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT). Según Haney (2006), las condiciones de confinamiento, como el aislamiento y la falta de estímulos, pueden exacerbar o incluso precipitar estos trastornos. Además, la pérdida de libertad y autonomía puede generar un profundo sentimiento de impotencia y desesperación en los reclusos (Cloud et al., 2015).

Concordemos que la vida en prisión no solo afecta la salud mental de los individuos, sino que también puede alterar significativamente su identidad y comportamiento. Haney (2018) argumenta que la prisión funciona como una «institución total» que despersonaliza a los reclusos, forzándolos a adoptar nuevas identidades conforme a las reglas y expectativas de la institución. Este proceso de «mortificación del yo» puede llevar a la pérdida de la autoestima y la autonomía personal.

Por otro lado, algunos estudios sugieren que los reclusos pueden desarrollar comportamientos adaptativos que les ayudan a sobrevivir en el entorno carcelario, pero que pueden ser disfuncionales fuera de la prisión. Por ejemplo, Toch (2017) muestra cómo los reclusos pueden volverse hipervigilantes y desconfiados, habilidades necesarias para la supervivencia en prisión pero que dificultan la reintegración social posterior.

Los efectos psicológicos de la encarcelación no desaparecen automáticamente al salir de prisión. De hecho, la reintegración en la sociedad puede ser extremadamente desafiante. Travis y Western (2014) señalan que los exreclusos a menudo enfrentan estigmatización y dificultades para reconstruir relaciones personales, lo que puede perpetuar el ciclo de estrés y problemas de salud mental.

En el contexto chileno, una de las prisiones preventivas más mediáticas ha sido la de Daniel Jadue, exalcalde de Recoleta. Este periplo carcelario ha sido adornado por diversas manifestaciones de simpatizantes y también por una importante cantidad de cartas manuscritas que han sido difundidas en sus redes sociales. Su caso nos llamó la atención desde Imperium y decidimos analizar su comportamiento.

Ahora bien, ¿por qué el ex candidato presidencial eligió escribir cartas manuscritas? La escritura es uno de los símbolos humanos más relevantes para transmitir información, ya que permite mostrar cercanía, humanidad y transparencia.

En estas cartas, Daniel Jadue llena sus escritos de expresiones melancólicas, donde hace referencia constante a la justicia social y la implementación de políticas públicas para garantizar derechos sociales. Critica el «modelo de abuso y desigualdad» que impone el capitalismo neoliberal, llamando a «soñar con cambiar todo lo que haya que cambiar» y haciendo referencia a un proceso «democrático y transformador» donde Recoleta parece ser el ejemplo.

El estudio grafológico de los manuscritos ha dejado entrever aspectos de su personalidad. Sus rasgos persecutorios y sentimientos de victimización han aumentado, parece que comienza a transitar los caminos de la «hipervigilancia«, síntoma propio de quien está encerrado con otros reclusos. Su acostumbrada postura reaccionaria, agresiva y altiva, parece ir cediendo frente a la hostil realidad de un centro de reclusión, donde se valora la austeridad y el «pasar desapercibido«. El líder carismático, con personalidad irascible y aires de invulnerabilidad, parece estar en suspenso.

En conclusión, la cárcel indudablemente cambia a las personas y Daniel Jadue no debería ser la excepción. ¿Podríamos ver a un Jadue renovado?, más abierto a críticas y a establecer lazos de integración, o bien, ¿observaremos a un político emocionalmente dañado, que extreme sus posturas y sea aún más provocador?

Desde Imperium estaremos atentos a este desenlace.

Referencias:

– Cloud, D. H., Parsons, J., Delany-Brumsey, A., Schiraldi, V., & Drucker, E. (2015). Addressing Mass Incarceration: A Clarion Call for Public Health. American Journal of Public Health, 105(3), 406-408.

– Haney, C. (2006). Reforming Punishment: Psychological Limits to the Pains of Imprisonment. American Psychological Association.

– Haney, C. (2018). The Psychological Effects of Solitary Confinement: A Systematic Critique. Crime and Justice, 47(1), 365-416.

– Hunter, W., & Power, T. J. (2019). Lula’s Brazil Revisited. Journal of Latin American Studies, 51(4), 723-749.

– The Economist. (2021). Lula’s return: The supreme court clears the way for Brazil’s ex-president to run again. Retrieved from [https://www.economist.com](https://www.economist.com)

– Toch, H. (2017). Living in Prison: The Ecology of Survival. American Psychological Association.

– Travis, J., & Western, B. (2014). The Growth of Incarceration in the United States: Exploring Causes and Consequences. National Research Counci

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