Desde tiempos inmemoriales los eclipses de Luna han sido causa de asombro y en la antigüedad fueron motivo de misterio y temor sustentados por la ignorancia y la superstición. Por ejemplo, fueron considerados como responsables de importantes derrotas militares. El 28 de agosto del año 413 A.C., un eclipse lunar tuvo lugar durante la segunda batalla de Siracusa, en Sicilia. Nicias, general de las fuerzas atenienses invasoras y hombre supersticioso, le consulta al sacerdote qué debía hacer ya que las sus tropas estaban a punto de regresar a casa. El sacerdote, ante semejante evento celestial, aconseja esperar. Los habitantes de Siracusa aprovechan la situación para atacar a las naves en el puerto y derrotar así a los atenienses.
Diferentes culturas han desarrollado diferentes visiones y mitos acerca de los eclipses de Luna, atribuyéndole buenos o malos presagios. Muchas de esas visiones consistían en que la Luna era devorada, típicamente por algún animal, criatura mitológica o demonio, trayendo siempre alguna consecuencia, comúnmente negativa, sobre las personas, por ejemplo, hambruna, enfermedades e incluso muerte. Fueron los antiguos griegos quienes correctamente dedujeron que la Tierra era una esfera al observar los eclipses lunares. En el siglo V A.C., Empédocles y Anaxágoras identificaron la sombra de la Tierra sobre la Luna durante un eclipse: a medida que cruzaba el disco lunar, dicha sombra aparecía claramente redonda.
Los eclipses lunares son eventos naturales que han ocurrido desde que la Luna orbita a la Tierra, o sea, desde épocas tempranas en la historia del Sistema Solar. A diferencia de uno de Sol, donde la Luna se interpone entre el astro rey y la Tierra, en el caso de los eclipses lunares es la Tierra la que se interpone entre el Sol y la Luna. En realidad, lo que ocurre es que la Luna, al moverse en su órbita alrededor de la Tierra, ingresa al cono de sombra que proyecta la Tierra hacia el espacio. El plano orbital de la Luna está inclinado en cerca de 5 grados con respecto al plano orbital de la Tierra. Ambos planos se intersecan en una recta que se alinea con el Sol y la Tierra cada seis meses. Cuando la Luna se encuentra lo suficientemente cerca de dicha alineación, conocida como temporada de eclipses, la probabilidad de ocurrencia de uno aumenta: durante luna nueva tenemos eclipses solares, mientras que durante luna llena tenemos eclipses lunares.
Básicamente, existen tres tipos de eclipses lunares: penumbrales, parciales y totales. Al igual que para la Luna en los eclipses de Sol, el cono de sombra de la Tierra se puede dividir en dos regiones distintivas, la umbra y la penumbra. En términos simples, la primera corresponde a la zona donde la luz del Sol es bloqueada completamente por el disco terrestre, mientras que la segunda es cuando dicho bloqueo es parcial. En otras palabras, la umbra corresponde a la zona central de la sombra de la Tierra mientras que la penumbra corresponde a la porción externa de dicha sombra. Cuando solo una parte del disco lunar ingresa a la zona de la umbra, entonces tenemos un eclipse parcial de Luna. Si ingresa en su totalidad, entonces es un eclipse lunar total.
Este año nuestro país cumple 214 años de independencia y, como regalo, la naturaleza nos ofrece un eclipse parcial de Luna justo para los primeros instantes del 18 de septiembre ¿Qué más patriótico que eso? Se trata de un eclipse parcial que comenzará cerca de las 21:40 horas del 17 de septiembre y se extenderá por aproximadamente cuatro horas. La Luna se encontrará en su fase de llena el martes 17 con cerca del 99% de su superficie iluminada. Saldrá por el horizonte Este cerca de las 19:30 horas y su máxima elevación en el cielo se producirá más o menos a las 01:00 h del18. El máximo del eclipse ocurrirá aproximadamente a las 23:44 h del 17, cuando se podrá apreciar una Luna ensombrecida por la penumbra terrestre y con una pequeña “mordida”. Si bien no será para nada un eclipse espectacular, al menos será durante una “super Luna”. Esto último significa que la Luna se verá un poquito más grande (casi imperceptiblemente) ya que se encontrará a tan solo 359 mil kilómetros de nosotros, un 6% más cerca que su distancia promedio.
Así pues, preparémonos para celebrar nuestras Fiestas Patrias con un buen asado y, si es posible, con un telescopio al lado para disfrutar del cielo estrellado y del eclipse. En todo caso, no hay de qué preocuparse ya que sabemos que los eclipses no son portadores ni de calamidades ni derrotas, aunque sí siguen maravillándonos desde tiempos inmemoriales.
Ricardo Demarco López
Astrónomo e investigador. Universidad Andrés Bello, Concepción, Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines, CATA.