Más de $220 millones se han invertido en plataformas digitales durante el primer mes de campaña presidencial. Las cifras son elocuentes: José Antonio Kast encabeza la lista con más de $110 millones, seguido por Jeannette Jara ($53.9 millones) y Evelyn Matthei (40.2 millones). Sin embargo, el dinero no siempre compra influencia. Ni votos.

Si hacemos la comparativa de la inversión con las principales encuestas de preferencias presidenciales, los resultados revelan una paradoja que el marketing conoce muy bien: poner más plata no garantiza ganar (o vender). Kast lidera la inversión, pero no es el primero en las encuestas. Jara y Matthei están muy cerca en gasto, pero no así en intención de voto. Y Franco Parisi, con cero pesos invertidos, sigue entre los cinco primeros gracias a su ejército digital orgánico.

¿La inversión puede reflejar el resultado de la elección? Una similar pregunta -y respuesta- aplica para las marcas: gastar más en anuncios no asegura mayor venta. Las marcas -como los candidatos- pueden caer en el espejismo de la visibilidad sin estrategia: miles de impresiones, millones de pesos y poco resultado tangible.

La verdadera diferencia está en la estrategia, los canales y el contenido. En entender al público, segmentar con inteligencia, hablar en su lenguaje y crear narrativas que conecten emocionalmente. En política o en marketing, los resultados no los compra el presupuesto: los construye la capacidad de convertir un mensaje en acción.

En un escenario donde es cada vez más fácil comprar visibilidad, la mezcla de creatividad y estrategia sigue siendo el camino al éxito.

Oscar Marcos

Managing Director de SOUL

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